18 de marzo de 2012

pesa el paso

Saltamos al vacío como quien no tiene la intención de regresar jamás. Ánimo alimentado por una pasión joven que nos mima y no nos deja vacilar ante el riesgo. Donde un inconveniente es la oportunidad de saltar por los aires. Furia que se crece ante el peligro. Apetito por lo incierto e impaciencia en los tobillos. Ganas de más. Más y mejor, más y peor. Más. Hambre de ciudades, de países, continentes, de trenes, aviones y autobuses. Retinas expectantes, cámara en mano, nada a la espalda y vida por delante. Un calendario lleno de tachones y cientos de folios por arrancar. Curiosidad. Sin límites a la profusión de nuestras horas. No hay tiempo de descuento cuando tus talones sufren la quietud de tu esqueleto y sólo hay fuerzas para pedalear otro tramo más de carretera. El partido es infinito cuando no sobrepasas la veintena y tu ánimo no flojea por más vendavales que le azoten o mareas que lo intenten ahogar. 
No hay voluntad de llegar a ningún final. 
No hay más obviedad que la de este tiempo que no cesa, esta vida que no amaina ni un segundo por quien se entretiene en el camino. Estos años que pronto empezarán a pesar a las espaldas, un peso del que ya no habrá manera de deshacerse.
No hay más verdad que la del universo en movimiento, aquel que sólo nos procura dos alternativas en su completa integridad. Dejarle huella a nuestro paso, o permitir que él deje una profunda o profusa huella en nuestros pasos. 




No hay comentarios:

all rights reserved