7 de noviembre de 2011

una casuística preferencia

dos viernes al mes, ansiaba disiparse entre el gentío, sentir sus cuerpos cálidos azotando su soledad y sus alientos veloces recorriendo su tristeza. 
apenas dos veces al mes recorría las calles de ese pequeño mercado buscando entre las sombras un alma que consiguiera completar el vacío que le contraía el corazón y le apagaba la ilusión desde que ella partió rumbo a las montañas. 
puede que esa fuera la razón de su odio consumado a todo tipo de promontorio, de su vértigo, de su miedo a las alturas. puede que los vientos fríos le revolvieran los recuerdos, y por ello necesitara el cobijo de almas errantes los viernes de partida, de pérdida y separación.
puede que fuera el desarraigo que ella causó en sus sentidos, ese aturdimiento inesperado, ese golpe de desgracia. puede que fuera la desesperanza de pensar en todo lo que un día tuvo entre sus dedos, todo aquello que de un día para el siguiente tornó tosco e incierto y se volvió espeso como el humo de medianoche.
puede que, simplemente, ella se marchara con todo el amor que un día él fue capaz de promulgar, y más que quebrado por la pérdida de su propia proyección, cayó ahogado en el vacío más inmenso que jamás pudo imaginar. un abismo donde su soledad sin desgracia no era nada comparada con esa cruel eternidad sin volver a ver sus ojos. 
toda la reticencia que su innata desconfianza le había inculcado, acabó jactándose de su debilidad, recordándole el craso error que cometió abriéndose ante una completa desconocida, permitiendo que la palabra dependencia se abriera paso en su vocabulario.
teórico arrepentimiento que jamás llegó a cruzar sus pensamientos, pues hasta donde su espíritu alcanzaba a ponderar, todo el amor que ella le prestó sería suficiente para sobrevivir los días de lluvia sin paraguas y no vivir con la infranqueable duda de haber conocido al amor de todas sus vidas. un amor que le cosió las pestañas de debilidad e hizo crecer en sus palabras un halo de equilibrio, una escapatoria a los días grises que su personalidad sombría había labrado irremediablemente por su cuenta.





pues el dolor abrió puertas y moderó tempestades. rompió miedos y prejuicios, le hizo caer en pensamientos constructivos, y convirtió su espíritu en algo digno de vida y reencarnación, más allá de la unitaria soledad a la que él mismo se había desterrado por mecánica.


4 comentarios:

Vous-vous dijo...

Y más, más, más
y cada vez aún más
sabemos que no va a parar..
Es un circulo vicioso que se rompe y sigue infinitamente.

Vous-vous dijo...

¿Sos vos la de las fotos del final y otras?
Sos muy linda!

Vous-vous dijo...

De nada (:
Puede que no sea cierta aquella verdad, pero no necesariamente es un signo de locura.
Aunque en realidad, no tengo la menor idea de lo que es la locura y la cordura.

La chicamutante dijo...

Y es que el auténtico problema de la dependencia está en lo difícil que es querer escapar de ella. Incluso cuando duele tanto que quema...te quedarías un poquito más.
Me he sentido taaaaan identificada..Un beso señorita :)

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