10 de abril de 2011

pasaporte a la cuestionabilidad

y cuando amanece se retira el velo de la indiscreción. renace la conciencia y algunos latidos apagados en el fondo de la piel, como volcanes inactivos, expectantes. pensé que sería más productivo anclarme en el escepticismo y no dejar que ninguna palabra lograra alcanzarme la moral. pero resulta que cuando uno se establece en un conductismo tipificado, por muy atípico que sea, se aferra a un conformismo ideario. por ende, acabé resignandome a una carencia de creencias férreas, por regla más que por postulación, que no me dejaron ver la cuestionabilidad de mis principios. no me dejaron modificar mis pautas, restablecer mis causas, y renovar mis objetivos, si es que aún existen.
y ahora, anclada en la escena costumbrista, me observo a duras penas, sin criterios banales, sin motivos escuetos, con historias burdas y algo escabrosas, y no reconozco nada del idealismo que metí en esa maleta cuando decidí seguir de cerca mis pasiones.
puedes empezar de cero tantas veces como quieras, pero no puedes formatear tus ideales y pretender que tu identidad cambie por el simple hecho de cambiar absolutamente todo lo demás. ya no necesito pasaporte para saber quién soy y de dónde vengo, pero tengo muchas hojas pendientes por sellar, y mis destinos no aparecen nada claros.

2 comentarios:

.A dijo...

acaso hay algun destino claro ?
me encanto el texto :)

Anónimo dijo...

¿no hay manera de romper con todo eso?

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