21 de enero de 2011

la calidad de las palabras

y en realidad, su silencio no era más tímido que ignorante. callaba por no saber. por creer no saber, por desgana de argumentar algo de lo que no estaba seguro. callaba por no decir que ellos sabían menos aún, que su ignorancia los eclipsaba y rebajaba a un estadio de ceguera sustancial. pero él seguía callando. por no descender a su nivel, por creer que saber no saber no es tan horrible como creer saber.
y así, sin saber lo que ocurría, poco a poco ellos pensaron que era un loco ignorante. sin opinión. sin criterio ni razón. hablar por hablar sin detenerse a hacer balance de conocimientos y experiencia.
él quizás fuera un genio, sí, digno maestro en potencia de modestia e inconformismo, aquello que tanto les faltaba, o quizás no, pero su silencio habló por él y él, ardiendo en necesidad, jamás se atrevió a contradecirlo.

(demasiadas palabras en voz alta y ninguna que hable en serio, demasiados pensamientos en bajo susceptibles de cambiar el mundo y la pasión por la vida)


2 comentarios:

.A dijo...

y la pasion por la vida..
esa que siempre sigue en pie!

Anónimo dijo...

intentar cambiar el mundo desde la azotea, con un café en la mano y galletas de canela.

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