15 de noviembre de 2010

yo aún no paso de la primera..

hay quien piensa que las expectativas consisten en eso, en esperar. el utópico deseo de que algo suceda o aparezca sin la mayor actuación de la espera pasiva. tachar los días en un calendario elucubrando la fecha exacta de este inóspito suceso.
hay quien piensa que basta con querer algo, cerrar bien fuerte los ojos, y esperar a que los Reyes Magos lo arrojen por tu ventana el 6 de Enero. tan breve y conciso como una petición: "quiero unos zapatos de charol", "quiero enamorarme" "quiero un hijo" "quiero aprobar".
cierto es, no le vaya yo a quitar su parte de razón a estas mentes esperantes, que todo hecho nace de un concepto, y vaya, nada llega a la materialización sin su previo pensamiento.
pero de ahí a que la generación espontánea complazca sus deseos cabe un largo trecho.

he de decir, que dentro de la propia evolución del ser humano, todos llegamos a alcanzar en mayor o menor medida una fase similar. la de la complacencia externa. la del gozo sin esfuerzo. la de los deseos irrealizables.
pero tarde o temprano nos vemos obligados a despertar. despertar de este idílico sueño y toparnos con el backstage de la antigua realización. toparnos con que lo que no veíamos era a los idealistas activos. los que incesablemente, día tras día, contribuyen con un granito de arena a su labor de autosuperación y felicidad trascendental.

cuando ese momento llega, maldecimos una y mil veces lo superfluo de nuestro vivir durante años, lamentamos el tiempo perdido y hacemos balance de la salvabilidad situacional.
hay quien decide que es suficiente, toma las riendas de su vida y salta al campo de batalla, sin demasiada experiencia pero con todas las ganas de empezar a usar su vida.
pero hay gente que simplemente permanece estática, dándose cuenta de todo lo que quiere hacer, pero sin el valor suficiente como para empezar desde el principio, por el miedo a la inmensidad del panorama, por lo lejos que parece estar todo, porque prefieren culpar a los demás de haberles mantenido en su burbuja.

y aún así, esto no es lo peor.
lo peor es toda aquella gente que se mantiene en el idilio, que no se mueve ni por sus propias aspiraciones, que no despierta. que no se da cuenta de lo repleta de oportunidades que está la vida, y espera con calma a que ésta termine, si cabe, con un poquito de lo que ellos llaman "dignidad".


a todos nos dieron un mercedes al nacer. 
hay quienes aún no descubrieron la cerradura ni la llave, y se dedican a lavarlo y abrillantarlo cada día en el garaje de casa.
otros fueron más allá, y entraron dentro, pero se les resiste el funcionamiento de las marchas y el volante.
se habla de algunos que descubrieron su potencia, y ya deben andar lejos, bien lejos de la mediocridad superficial.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y lo peor, lo más peor de todo, lo catastrófico, es que apenas sabemos de la existencia de nuestras manos, de todo lo que pueden llegar a hacer y no hacen.

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