Esperaba -y deseaba- con todas fuerzas no llegar demasiado tarde a su cita con el resto de su vida, pues no podría perdonarse, ni a ella ni a su maldito egocentrismo, el haber comprado unos valiosos billetes para aquel viaje en tio vivo alrededor de las nubes de su imaginación y haberse entretenido dibujándolo. ¿Para qué dibujarlo si podría verlo con sus propios ojos? - Estúpida visionaria, te quedarás toda la vida imaginando lo bonito que podría ser todo si no mueves tus músculos a la velocidad de los astros. -Cayó desde su inercia idealista y se sacudió la pereza. -¡Entonces tú vienes conmigo!
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