29 de diciembre de 2011

la playa

Me sumerjo y me camuflo entre las pequeñas gotas que conforman este todo en mi bañera. Intento trasladar y cuerpo y mi mente a algún otro lugar, donde los rayos del sol filtran mis pesares y no hay más lamento que el de la brisa al atardecer. Quiero quedarme ahí. Intento con todas mis fuerzas permanecer bajo el agua en ese paraje sin horas ni monumentos. Pero me falta el aire y los músculos me fallan. Y llego a la superficie. No de esa playa en mi pensamiento. Llego a la superficie de todo lo que me llena por dentro. De este cuerpo colmado de indecisiones e inseguridades, e intento descifrar qué hay ahí abajo. En el fondo de mis miedos, de mi misma. Qué me hace nadar y nadar incesantemente sin saber hacia dónde dirigirme. Si es el miedo de anclarme al fondo, si es la prisa por llegar a la siguiente isla. Si es cosa de todos nosotros, lo de no poder permanecer estáticos por mucho tiempo.

Estoy nadando dentro de mi misma, en una playa paradisíaca, en un océano de interrogantes, en una vida que, por mucho que algunos piensen, no tiene principio ni final, en un mundo que ni siquiera sabemos si existe, o todo esto no es más que un sueño.


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