Diez razones para batirme en duelo mortal contra la humanidad, las conveniencias, el futuro y los infortunios. Veinte razones para rehusar de la lógica y el razocinio. Treinta para ir, y cuarenta para volver a ir de nuevo. Cincuenta para pensar que todos los elementos astronómicos se alinearon en perfecta simetría, y sesenta para dejarme guiar por su luz. Setenta razones para patearme mil ciudades, perder dos mil trenes, ganar tres mil miradas. Ochenta razones para quedarme donde estoy, cuando estoy, como estoy. Noventa para pelear por algo idílico, ilusorio, casi casi irrealista. Y aún así, con semejante lista de razones preparada, pensada, meditada, estudiada, repasada y confirmada, no encuentro ni un solo motivo, ni uno solo, para decirte que te quedes a mi lado, o más bien, para pedirte que no te vayas.
2 comentarios:
Catastróficamente cierto. Endiabladamente triste. Tremendamente lindo.
Que triste.
Es un placer leerte siempre bonita.
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