31 de diciembre de 2010

puestos a desear

Le habría encantado. Se habría muerto por un abrazo apretado, por un abrazo de esos que ella le daba cuando hacía algo mal y buscaba incesantemente un purgatorio de amor. Habría dado lo que fuera por que ella llegara y le abrazara por detrás, rodeándole con sus piernas, empujándole de la silla, pero sintiéndola tan cerca que se les unían las costuras. Habría dejado que le mirara durante horas, como hacía las mañanas de domingo cuando -decía- tenía que memorizarlo para poder sobrevivir el resto de la semana sin su olor. Habría permitido, con el mayor de los placeres, que ella hiciera todas y cada una de las cosas que a él le traían de cabeza, cualquier cosa que le sacara de quicio, con tal de volver a sentirla cerca, con tal de escuchar su respiración en la nuca una vez más.
Pero, por desgracia para sus deseos, a él le había tocado el papel de tipo duro. De hombre independiente, de bohemio liberado. y ya no podría elegir ser el tipo de hombre que llama a la puerta, ramo de flores en mano y una ristra de poesías para (re)enamorar.



2 comentarios:

Doctor Letra dijo...

Una nueva plaga de bohemios forzados está extendiénbndose por las calles...y da mucho miedo cuando se colocan las gafas de pasta y miran al horizonte como si nada importara. ¿Impostura?

Aurora dijo...

estoy de acuerdo contigo, que interesante la entrada! quieres dejar un sueño en mi baul?

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