sólo te pido un favor microscópico desde esta parte del mundo, desacelérame. desacelérame porque un remolino frenético de urgencia me ha atrapado en sus fauces y las listas de detalles se me acumulan en el regazo. qué hago, qué no hago. ni siquiera encuentro mi criterio, lo dejé olvidado entre uno de esos kilométricos folios de agobios y ya no lo encuentro. criterio para echar de menos. criterio para superar obstáculos. criterio para necesitar a alguien. se me han desbaratado todos los planes excepto aquellos que incluyen la incertidumbre, y eso no me tranquiliza en absoluto. acabaré arrojándome al primer precipicio de irresponsabilidad que se cruce por mi camino, y es que no hay otro remedio casero más allá de aquel que dice "carretera y manta", pero yo aún no puedo conducirme hacia ningún lugar, y todo esto se llena de contradicciones.
2 comentarios:
Gran parte de nuestros pasos y de nuestra existencia se basa como decías en otro de tus escritos en quilibrar el karma, en saber predecir los ciclos sin que nos pillen a contrapie. Las aceleraciones y las desaceleraciones siempre nos trajeron de cabeza a aquellos que queremos obviar la naturaleza cíclica de la vida y creemos en tatuarnos impulsos en las palmas de las manos.
Hay que renegar de lo preconcebido, como decían por allá aquellos adictos a las efedrinas.
la locura de la carretera y manta.
la locura de la incertidumbre.
la locura de la inseguridad.
pueden mantenernos alertas a la vida. ojos bien abiertos, para cielos despejados. sangre caliente para la tormenta que llega.
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