ese domingo en el que me dejaste acostumbrarme a tus mañanas. a los cigarrillos y la coca cola para desayunar y la nada en la nevera. a la pereza crónica y las vistas desde un séptimo. los frutos secos.
me dejaste acostumbrarme al lado derecho de la cama. a las botellas de agua fría. a olvidarme del pijama y a la música de fondo imperturbable. la comida china. la relatividad de los espacios. a los abrazos y a la infinidad de tipos de besos.
me acostumbraste a los paseos en bici, a los tés, a tus manos húmedas y a tu nariz como punto primordial de apoyo diario. y ahora, ahora que sólo hay un domingo de diferencia,
creo que no hay nada en el mundo que vaya a echar más de menos que tus buenas costumbres.
1 comentario:
Que bonito..
:)
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