23 de febrero de 2010

sin gran fuerza de voluntad, con gran esfuerzo mental.

requiérome a volcar mis paradojas pasajeras:

ahogarme con el humo de una rareza, o necesitar vitalmente su latido.
llegar a un hábito crucial que torne la desdicha en monotonía, y con ella la normalidad. el peligro de acostumbrarse, como las conveniencias de permanecer a este lado de la orilla, con demasiado información.
o atreverme a cruzar al otro lado, popular metáfora del valor, de la personalidad. saltar al vacío y sentir el aire entre los dedos durante tres segundos, el pálpito en la garganta, y la libertad por el resto de la vida. llegar a la paranormalidad, a la pluritonía, y a la dicha por definición. camino inverso del que me trajo al círculo de abstracción, mas contra la gravedad. y sin más ayuda que unos dedos en la espalda. ¿ y dónde me dejo la información?

los dos modos de llegar al conformismo y saltarme los atisbos de infelicidad, al fin y al cabo, desembocan en la tan temida habitualidad.


quien me entienda que me escriba un manual de psicotismos, o me diga si la felicidad existe, o tan siquiera su antagónico

3 comentarios:

Alba dijo...

DEJA DE ESTUDIAR

Jojo dijo...

yo camino pensando que no existen los Erase una vez" ,quiero que esta historia comienze con un " Llegara un dia en que.

Anónimo dijo...

yo pondré los dedos en tu espalda.
claro que hay felicidad tontorrona, ayer fue felicidad

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