Esperar. Todo el mundo espera que algo pase, absolutamente en todos los instantes de su vida. Una llamada, las tres y media, la hora de la cena, el día de su boda o el viaje de fin de curso. A veces esperamos por ocupar nuestra mente, nuestros pensamientos, por pasar el rato y evadirnos del presente, la espera es algo implícito en el momento. Otras veces, esperamos que suceda algo porque realmente toda nuestra existencia hasta la fecha se basa en que "eso" suceda, llegue, y pase. Es, por así decirlo, nuestra eventual razón de vivir.
Pero como en todo, el ser humano no tiene medida, mejor que sobre a que falte, la avaricia rompe el saco.
Y claro, esperamos con tal entusiasmo e intensidad, idealizando sobremanera cualquier característica de ese hecho futuro que, de repente, tal y como habíamos planeado, llega. Pero , vaya, algo pasa, ha llegado y no es tan genial como pensábamos. Ha llegado y las ganas volaron con la espera. Ha llegado y ya estamos deseando que se esfume, que nos deje con nuestra espera y el estado de felicidad transitoria en que con ella nos hallábamos. No es nuestra culpa, no es culpa de la espera, ni tan siquiera de ese hecho tan supuestamente genial.
Es culpa del universo y de su retorcido interés por hacernos quedar como unos idiotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario