No sabía que tipo de pereza era aquella que le obligaba a disimular sus ganas de hiperactividad. No sabía como desviar su atención de estos momentos en tecnicolor. No sabía dónde dejar las prisas, de dónde sacar la calma, cómo armonizar su calendario. De repente dejó de ser sabia, y se le olvidó todo lo que supo hasta el momento, excepto que el repudio a la dependencia le había jugado una muy mala pasada. Y tuvo que iniciar de nuevo el camino hacia la independencia controlada, aunque no sabía muy bien con que se toparía a lo largo esta vez.
Y mientras tanto, sólo el re-molino de Yann Tiersen lograba evadirla de su travesía.
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