

-Dejará que le invite a un café o a un té. A más de uno, a cientos de ellos. Cruzará miradas paralelas, sin discrección. Invadirá sus sábanas y sus desayunos. Se reirá con sus palabras. Investigará sus recovecos y bolsillos. Viajarán al otro lado del mundo y beberán directamente de la inspiración, sin salir de su salón. Curioseará su reflejo en sus pupilas, e intentará robarlas en un plan milimétricamente calculado. Bailarán con manos pero sin pies ni cabeza. Coserá unos cuantos parches a sus carencias de autoestima y sentirán la velocidad del viento sobre dos ruedas sin radios- todo esto escribía y escribía mientras dormía, y sus dedos cobraban vida propia , frase tras frase de desmesurados sueños idílicos. Así nadie más sabía lo mucho que vivía por las noches que dormía, o durante los días que soñaba.
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