¡Querida! ¡Cuantísimo tiempo sin comunicarnos!
Me llena de satisfacción verte así de feliz. Me encanta ver como tu vida se llena de ilusiones y las sonrisas inundan tus mañanas. Hace tiempo que casi pierdo la esperanza con tu caso. Llegaste rota, en pedazos tan pequeños que ni yo mismo pude reconstruirte. Te derrumbaste una vez más al comentarte la dificultad de tus soluciones, pero estabas tan abajo que apenas te hiciste daño al caer. La culpabilidad me invadía, y sabía que te merecías una segunda oportunidad. Sé que has sido tú misma. Que no has mendigado migajas de soporte, y estoy sorprendido de tu capacidad de superación. Pero no sólo quiero replegar dichas sobre tu situación. He de advertirte. He de suplicarte que lleves cuidado. Porque ahora que tu ego está resplandeciente, ahora es cuando te rodeas, y piensas que no necesitas más que conversaciones, palabras y miradas. Pero deberías consolidar tu propio yo, deberías aprender de una vez por todas, y aún a riesgo de romperte una vez más, que cuando un ciclo acaba, sólo te quedas tú, y lo primordial es saber que todo es prescindible, excepto tu capacidad de autosuperación.
Desde un lugar lejano, donde aún crecen las narices,
JIMINY CRICKET.
1 comentario:
No podría ser más cierto.
Cuándo sólo quedas tú misma sólo puedes acariciarte las heridas a tí misma y saber que quedan muchos días para sonreir por delante. primero te quieres a tí misma, y algún día dejarás que te quieran.
Un beso
Publicar un comentario