1 de febrero de 2010

bonito

era un final de enero en que el frío mordía los dedos de los pies. los niños daban saltitos de acera en acera para salvarse del ataque, y los perros viajaban en patines. era uno de esos inviernos en los que apetece colarse en un sofa y hacer un alto el fuego al resto de ocupaciones. eran días de sueño y agujetas en los codos, días de alterabilidad pero poca habilidad. y aún así, aún y cuando mi inspiración era ahogada por los datos mas insustanciales de mi universo paralelo, yo quería correr descalza con mi suerte y soplarle las cosquillas al despertador. aún y cuando los días no encontraban principio y alargaban su final, yo quería más que nada gastar mis energías en llamadas telefónicas y abrazos en pasillos. abrazos que perdían el equilibrio y duraban tanto que, de repente, ya era uno de febrero. y el uno de febrero, lo mires por donde lo mires, es un bonito día para sonreír  hasta desgastar los dientes y poner ojos de chino.

o1/o2/2010 (y además es un día capicúa)

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