20 de octubre de 2009

achís

Una promesa, una meta, un proyecto de futuro. Nos marcamos límites diariamente , límites que raramente cumplimos, y llegamos al umbral de la frustación. ¿Cómo es posible que nuestro cruel subconsciente nos frustre a nosotros mismos? ¿Por qué nos torturamos con pensamientos que nos provocan estrés insustancialmente vital? Nos proponemos niveles que no alcanzamos. Utopía. Pensar en ese idílico futuro nos lleva a olvidar transitoriamente lo tortuoso del presente, pero, ingenuos de nosotros, cuando el futuro se torna en inminente hemos de inventar otro diferente, y así hasta el infinito. Los hay que, comprensiblemente, y ante su doloroso día a día, sueñan con un mañana más benévolo. Los hay que, simplemente, y , despreciando su banal felicidad diaria, nunca se conforman. Y están los que, como yo, se preguntan cómo adquirió la naturaleza humana esa tácita capacidad para autodestruirse, y , puestos a soñar, se preguntan a qué saben las nubes o cuántas personas estarán estornudando en este preciso momento (o hipando).







Jesús.

No hay comentarios:

all rights reserved