
todo lo que perdiste
y no supiste recuperar
todo lo que esperaste,
y no fuiste a buscar.
todo lo que quisiste,
y no tuviste el valor de aceptar.
todo lo que te hirió
y no supiste afrontar.
todo lo que guardaste
y a lo que no diste utilidad.
todo lo que callaste
y no quisiste gritar.
Todo eso que tarde o temprano, en un momento u otro ha atormentado tu existencia, ha estremecido tus sentidos o trastornado tu persona.
Todo eso que alguna vez pensaste que nunca debió haber pasado, o lo que nunca debió dejar de pasar.
Todo lo que te calla, duele, hierve tu sangre.
Todo lo que escuece, pica o aprieta tus dientes.
Todo eso,
es lo que te convierte en persona.
Todo eso, es lo que te hace vivir.
Y sin todo eso, no serías quien eres, no sabrías cómo afrontar el futuro, ni qué errores no cometer.
Sin todo eso estarías vacío, serías banal, escueto, simple. Intrascendentemente no incandescente.
Y todo lo demás,
todo lo que cuidaste y mantuviste,
lo que buscaste y encontraste,
lo que vino a ti,
lo que quisiste y aceptaste,
lo que afrontaste con dientes y uñas,
lo que valoraste,
lo que gritaste a los cuatro vientos y no te importó quién escuchase.
Lo que te hizo sonreir, o reir a carcajadas.
Lo que te dio paz, armonía, lo que atrajó irremediablemente al karma.
Lo que tuviste, tienes, y seguirás teniendo,
lo que de verdad importa
es lo que te hace seguir adelante.
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